Hace un tiempo una joven hermana llamada Anita nos envió un correo electrónico pidiendo si podíamos ayudar con 45 dólares de producto gratis de nuestro programa de donaciones. Le dije que no porque en ese momento nuestra compañía estaba pasando por inmensas dificultades financieras que eventualmente nos llevaron a la bancarrota, en parte porque algunas personas abusaron de nuestro programa de donaciones. Nos recuperamos 4 años después y mientras auditábamos nuestras viejas cuentas nos dimos cuenta de que la hermana Anita había intentado hacer un pedido en nuestro sitio 15 veces y cada vez fue rechazado debido a la insuficiencia de fondos en su tarjeta. La mantenemos en nuestras oraciones ya que no hemos podido contactarla.